La práctica milenaria del Tai Chi enseña a enraizar, para poder mover y permitir el desarrollo de la circularidad y la fuerza elástica, concentración y expansión. Enraizar implica soltar todo nuestro peso y entregarlo a la tierra, sentirla. De ese modo, el movimiento opuesto y complementario es desenroscar la fuerza circular y espiral desde una base estable y equilibrada, construyendo la noción de Centro. Enraizar es bajar la mente al cuerpo, sincronizarlos.